Credo catolico
Índice de contenidos
- 1 El credo catolico
- 1.1 La oración del Gloria es más familiar en el Rosario, donde se reza al final de cada decena del Ave María.
- 1.2 “Gloria a Jesús, a Quien, con el Padre y el Espíritu Santo, sea honor y gloria, ahora y siempre, y a toda la Eternidad. Amén.”
- 1.3 Mucha gente hace la señal de la cruz al recitar esta oración o una de sus variantes que el sacerdote dice al comienzo de la Misa: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.”
El credo catolico
Yo creo en Dios,
el Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por el Espíritu Santo,
nacido de la Virgen María,
sufrió bajo Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y enterrado;
Descendió al infierno;
al tercer día resucitó de entre los muertos;
Ascendió al cielo,
y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso;
de allí vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia Católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección del cuerpo,
y la vida eterna.
La oración del Gloria es más familiar en el Rosario, donde se reza al final de cada decena del Ave María.
Se remonta a muchos siglos atrás y es conocido también por su nombre en latín y su versión como el Gloria Patri (Gloria al Padre).
También se le conoce en algunos libros de oraciones y escritos académicos como una doxología (que es un nombre elegante para una breve expresión de alabanza a Dios).
La tradición de la doxología proviene de las sinagogas judías.
San Pablo usaba a menudo doxologías similares a la del Gloria en sus cartas.
Por ejemplo: se refirió a “el único Dios sabio, por Jesucristo, sea honrado por los siglos de los siglos”.
Amén” en la conclusión de su carta a los Romanos (Romanos 16:27).
Siglos más tarde, en 1608, el famoso obispo San Francisco de Sales terminó su libro clásico Introducción a la Vida Devota de manera similar:
“Gloria a Jesús, a Quien, con el Padre y el Espíritu Santo, sea honor y gloria, ahora y siempre, y a toda la Eternidad. Amén.”
Noten cómo este sentimiento resuena en el mismo Ser Gloria:
Gloria al Padre,
Y por el Hijo,
Y al Espíritu Santo.
Como era al principio, es ahora,
Y siempre lo será,
Un mundo sin fin. Amén.
Mucha gente hace la señal de la cruz al recitar esta oración o una de sus variantes que el sacerdote dice al comienzo de la Misa: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.”
La oración del Gloria reafirma la gloria eterna de nuestro “Dios en tres personas, Santísima Trinidad”, como es llamado nuestro Dios Trino en el conocido himno Santo Santo.
Intentemos cada día, recitando esta y otras oraciones, estar abiertos a las gracias de Dios, para que podamos vivir nuestras vidas como himnos de alabanza a Nuestro Creador.